sábado, 5 de octubre de 2013

Hoy me ha dicho un niño de cinco años que en su casa hay un monstruo más grande que todo el edificio, cuando se ha dado cuenta que no era posible rectifica y dice, bueno, que otro edificio.

Mis pacientes son drogadictos. Sinembargo, aún, nadie se cree, en el fondo, que los drogadictos toman drogas por estar enfermos. Creen, como mucho, que estan enfermos por haber tomado drogas. Y eso no es lo mismo.

Mis pacientes tienen familia. Tienen hijos, mujeres, maridos, padres, madres, maridos y hermanos. Muchas veces ellos también estan enfermos. Y no lo saben. Y no lo sabemos. De saber de verdad, profundo, consciente.

El otro dia sentí que no sentía. Que me he alejado de los hijos, de las señoras de, de las madres, de los padres. Me he asomado por ahí y es mucho más oscuro de lo que creía. Pido perdón. Perdón. No he sabido ver con el alma su enfermedad. Estoy aprendiendo a mirar con el corazón, aún me ciega la cabeza. Creo que aprenderé el mismo dia que me deje de doler mirar por ahí.

Perdón.

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